Aquel 1982 nos trajo algún pequeño disgusto. La selección española de fútbol fue eliminada en la segunda fase tras perder contra Alemania Federal y empatar frente a Inglaterra. Nuestro mundial representado en Naranjito, no cumplió las expectativas que esperábamos. En la Pola, el Descenso se nos iba haciendo mayor: en la XV edición cumplía sus bodas de cristal. (Hoy ya somos un poco más viejos y hemos cumplido las de oro). Pero por mayor que se hiciera, la fiesta cada vez adquiría mayores niveles de asistencia y seguimiento.
La prensa da cuenta de la importancia que había adquirido nuestra fiesta en la localidad. De “una competición de amigos”, se había pasado a un evento que reunió a unos 1.500 participantes. Participantes que construían ya sólidas embarcaciones y que tenían mucha gana de fiesta y folixa.
La Peña Villoria se hizo con el podio del triunfo, con la codiciada Sopera que escribe el éxito en los anales de la Historia. Una peña que pisaba fuerte y que ya era una de las capitanas del Descenso por el nivel de sus embarcaciones y por el entusiasmo de su gente. Coronó su victoria con la embarcación llamada “Lo más sonao”. Lo que estaba claro es que el nombre le venía al pelo, dado que hablar de Villoria ya era hablar en clave de ganadores.
No podemos olvidar a los que ganaron la Soperina, una peña lavianesa que hicieron una embarcación llamada “Los Comecocos”. Aquellos soperinos hoy serán padres de familia, y estoy seguro que eran los niños que nos llevaron al éxito en las generaciones posteriores.
La comisión del Descenso Folklórico presidida por Jose Manuel Torre, hacía una labor titánica de cara a su promoción. Tal era esa labor, que se habla en este año de la convocatoria de un concurso de carteles para anunciar el Descenso. En ese concurso, varios artistas demuestran su talento, y al final sale elegido uno. El cartel que hará pasar a la historia la edición correspondiente. Aquel 1982 lo ganó Fernando Montes Sánchez, de El Berrón. Hoy se sigue convocando este concurso con el nombre de Memorial Luis Cuevas y nos llegan dibujos incluso desde el otro lado del Atlántico.
1982 trajo nubes y amenazaba con llover. El gentío se apostó en la carretera y las embarcaciones desfilaron con toda su fuerza. Como bien aquí decimos: Y si llueve…¡que llueva!.